Capítulo tercero
La entrada principal del
Kalasasaya
(Fotografía 10. Hans Caspary. La entrada principal del
Kalasasaya que queda en dirección este.)
(Fotografía 11. Hans Caspary. El portal principal del
Kalasasaya con sus siete escalinatas)
En dirección este
del templo de Kalasasaya, se encuentra la entrada principal que por su aspecto
y tamaño es bastante ancha y alta. Al interior del templo, se tenía acceso por
una escalinata con siete (7) peldaños hecha en piedra arenisca roja. Al entrar
por la misma, nos damos cuenta que una persona necesita dar pasos muy alargados
(zancadas) para ir subiendo la misma, haciéndonos presumir que las personas que
lo construyeron eran altos de estatura.
A simple vista podemos afirmar que la reconstrucción
de aquel portal (1967- 1973), no es la ideal, esta tiene errores porque el
momento de reconstruirlo, de forma arbitraria se coloco el travesaño en la
parte superior de la misma, cortando la armonía de su diseño con aquella
entrada pétrea en relación con las gradas, pues estas son más anchas, esto
significa que aquel portal tuvo que ser más ancho para estar simétricamente en
proporción con las gradas para poder tener un mejor acceso a la parte interior
de este templo. Otro dato que fortalece nuestro argumento es que, por esta
puerta el 21 de septiembre marca el equinoccios de primavera, los rayos de sol
que salen de dirección este, entran por la puerta apenas, siendo que al
construirse el templo, sus constructores la hicieron mucho más alta para que
los rayos del sol entraran sin ninguna dificultad, y alumbraran en su parte
interior a la llamada puerta del sol. Estos rayos de sol, daban directamente a
la imagen del llamado Dios Wiracocha que está representado en la parte superior
y central de esta puerta, y que a su vez, era la entrada de un recinto
habitacional de 27 mts de largo por 9
mts de ancho, muy similar al Lugar Santísimo que se
encontraba en el Templo del rey Salomón.
La puerta
principal del Kalasasaya, está orientada hacia el este, de igual manera como estaba orientada en los templos del
Tabernáculo de Moisés y de Salomón.
(Fotografía 12.
Dibujo 22. Derecho. En la foto de mano izquierda, se puede observar el
equinoccio de primavera (21 de septiembre) cuando los rayos del sol apenas
pueden entrar por la puerta principal del lado este del templo del Kalasasaya,
nótese que el sol choca en el travesaño del portal.
Antes este tuvo que estar
más arriba. Cuando se restauro el lugar 1967- 1973, los encargados de dicho
trabajo cometieron un grave error. Creemos que esa arbitrariedad, debe
corregirse. En el dibujo de mano derecha. Observamos que en el equinoccio de
primavera, los rayos del sol entran por el centro del Kalasasaya conectándose
con el recinto habitacional que estaba erigido en el fondo de la parte central
hacia el oeste de este templo. Los puntos a mano derecha e izquierda del
templo, señalan los dos solsticios, y por el centro los dos equinoccios.)
Fotografía 12. Hans Caspary. En la que se aprecia como los rayos del sol
entrar por la puerta principal del Kalasasaya.)
Una pregunta que nos hacemos es ¿Por qué la entrada
principal del Kalasasaya está alineado astronómicamente en dirección este? La
respuesta es porque según la creencia cristiana el Salvador vendrá nuevamente
por segunda vez por la salida del sol, es decir el este (Ezequiel 47: 1.)
La entrada principal del Tabernáculo estaba orientado
hacia el este (Números 3:38.) De la misma manera el portal principal del templo
del rey Salomón. Con relación a la entrada principal del Kalasasaya, guarda la
misma orientación astronómica de dirección este.
Esto nos confirma, otra similitud encontrada en el lugar.
El diseño arquitectónico del Kalasasaya, no fue mera
casualidad, sino que la misma estructura fue planificada, guardando en su
diseño, un simbolismo muy profundo de carácter sagrado, tal como sus predecesores.
De ahí que, el Tabernáculo de Moisés, el templo de Salomón, y el Kalasasaya,
tuvieron este significado espiritual. Según la doctrina mormona sobre los
símbolos refieren que: “…Desde la ropa
que se viste en el templo hasta la decoración del edificio y las ceremonias que
se efectúan en él, el simbolismo es fundamental en la enseñanza de nuestra
verdadera naturaleza y del plan divino que Dios tiene para nuestra exaltación…
Nos llevan más allá de las palabras y nos conceden elocuencia en la expresión
de los sentimientos… El lenguaje simbólico esconde de los inicuos ciertas
verdades doctrinales y, por lo tanto, evita que lo sagrado que expuesto a un
posible escarnio… al mismo tiempo, los símbolos revelan la verdad a la persona
que esta espiritualmente alerta… Los símbolos constituyen el idioma en el que
se han revelado todos los convenios del Evangelio y las ordenanzas de
salvación.” (4)
A las personas que entraban en estos templos, se les
mostraba y revelaba, por medio de la celebración de ordenanzas que eran según
el orden de la ley mosaica, un simbolismo que representaba la Expiación del
Salvador Jesucristo (Mosiah 13: 29- 32.)
Al respecto Lange Loma refiere este significado en
Tiwanaku: “… En Tiahuanaco se guardan las
instrucciones más puras y arcaicas destinadas a las autorrealización y
redención humanas. Tiahuanaco por este motivo, es el arca planetaria de la
sabiduría divina, allí reposo el vasto saber y la santidad… Las piedras de
Tiahuanaco sobrevivieron hasta nuestra época portando ideas arquetípicas y las
semillas de enseñanzas trascendentales destinadas al desarrollo armónico del
ser humano y su progresivo ennoblecimiento… cada una de estas formidables
representaciones, insisten en su mensaje supremo y nos invitan a reiterar su
Doctrina Cósmica Universal.” (5)
Con ese fin fueron construidos estos templos y que,
hoy en la actualidad los seguimos teniendo, sólo que se celebran otro tipo de
ordenanzas, cuyo simbolismo en la vida de las personas que los recibían, pueden
saber su significado porque hacen un convenio con Dios.
El Willka Kuti (en aymara- el
retorno del sol)
Nos motiva la curiosidad la festividad que se celebra
cada año el 21 de junio en el Kalasasaya, es un acontecimiento astronómico, se
lo conoce como el solsticio de invierno que, según el calendario aymara es el
“nuevo año aymara”. En lengua aymara se lo denomina como el “Willka Kuti”, que
significa “el retorno del sol, o la llegada del Sol”. De dirección este, el Sol
sale y sus rayos dan con el friso de la llamada puerta del sol que está ubicada
al noroeste del Kalasasaya. En sí, no nos interesa la salida del sol por este
lugar, porque la puerta del sol fue movida en 1930 por el arqueólogo Artur
Posnansky. La referida puerta se encontraba en el lugar central al fondo del
templo. Posnansky la movió colocándola
en su ubicación actual para hacer coincidir la entrada de los rayos del sol el
21 de junio, él hizo esto, porque se dio cuenta que la planta rectangular del
Kalasasaya tenía características astronómicas, y que se verificaban en el mismo
los dos solsticios (21 de junio, y el 21 de diciembre) y los dos equinoccios
(21 de septiembre, y 21 de marzo) que se marcan al año.
Lo que nos interesa en sí, es la festividad del Willka
Kuti, o el retorno del sol, y su significado. Las tradiciones orales de los aymaras
(lamanitas), fueron transmitidas oralmente desde tiempos inmemoriales cuenta
que, un día el sol se fue, y que la gente lloro pidiendo que retornase, hasta
que el sol volvió, y cuando lo hizo se alegraron tanto que, desde ese entonces
le llamaron el Dios Wiracocha, o Dios Sol. Es por este acontecimiento que, cada
21 de junio según el calendario aymara, celebran la festividad del retorno del
sol, dándole por nombre Willka Kuti que es el comienzo de un nuevo año según el
calendario aymara.
Es comprensible que esta práctica se haya
distorsionado, porque es sabido que sobrevino una apostasía sobre la América
precolombina, y muchas preciadas verdades del Evangelio que las enseñaron los
nefitas, se fueron perdiendo, y cuando estos desaparecen de la historia de este
continente en manos de los lamanitas (Ver. Cap. 6 de Mormón) estos fueron
distorsionando todo, y oralmente transmitieron a sus descendientes que alteraron
los hechos históricos que acontecieron. Es así que, a la llegada de los
conquistadores españoles a Sudamérica, los cronistas escribieron aquellos
relatos distorsionados de las gentes de estas tierras les relataban. Los hechos
históricos verdaderos, se mezclaron con los mitos, haciendo creer en la
actualidad que son simples mitos o leyendas, que estos hechos no ocurrieron en
realidad, sino que fueron inventados por los pobladores precolombinos, pero
consideramos una arbitrariedad con ese pensamiento retrograda. Al respecto, un
estudio serio es el que ha hecho el antropólogo boliviano Fernando Montes Ruiz,
quien reconstruye el mito de la cultura aymara partiendo del
análisis desde la perspectiva de la psicología analítica según Jung al
referirse sobre los símbolos míticos
cuando plantea que: “… los símbolos
míticos son una expresión concreta de los arquetipos. Tales arquetipos
constituyen estructuras psíquicas básicas e inminentes, forjadas por las
experiencias primigenias de una colectividad; vale decir, rasgos anémicos
impresos por esas vivencias en la memoria común… los mitos explican cabalmente la cosmovisión y
la realidad vivencial de un pueblo. Cristalizado en la trama simbólica de estos
relatos está todo el acervo de experiencias históricas de una comunidad… De
esta manera, el mito plasma simbólicamente la cosmovisión de una sociedad y
provee respuestas globales a las preguntas básicas que ésta se plantea: su origen,
devenir y destino históricos; su ubicación en el cosmos, frente a la naturaleza
y a las demás sociedades; el sentido de la propia existencia y de la muerte.”
(6)
El aporte de Montes Ruiz, es fundamental para
comprender los mitos y a ciencia cierta descubrir que fueron hechos que si
existieron en un momento dado en la historia de un pueblo, en cuyas mentes
quedo plasmada esa vivencia que ellos tuvieron y que lo fueron transmitiendo
oralmente de generación en generación, es por eso que a la llegada de los
españoles al imperio de los incas, sus cronistas refirieron a los mismos una
serie de mitos o fabulas que las escribieron, pero que a pesar de ello, fueron
acontecimientos que si sucedieron en la historia de estas tierras. Al decir
sobre el asunto, Ibarra Grasso comenta que: “… la civilización incaica se nos presenta, en origen, como formando parte
del conjunto cultural Colla derivado de la civilización de Tiahuanaco, y en
alguna forma la civilización Incaica, consecuentemente, tendría que
conservarnos tradiciones directas de la civilización tiahuanacota…. Un gran
número de los cronistas hace proceder a Manco Capac de la región de Tiahuanaco
o, como Garcilaso, de la zona equivalente para el caso, del lago Titicaca
(Garcilaso mismo señala una procedencia directa de Tiahuanaco, en una de las
tres versiones de origen que nos presenta). Manco Capac habría sido mandado o
por el Sol o por el dios Huiracocha para gobernar al mundo, y este dios
Huiracocha es inseparable, en todas las relaciones de las ruinas de Tiahuanaco,
lugar donde generalmente se supone le sirvió de asiento para crear al mundo.”
(7)
Por lo tanto, aquella tradición aymara en Tiwanaku
sobre el Willka Kuti, no es un mito o leyenda, sino es un hecho que ocurrió, y
creo que para todo tiene una explicación. Esta se basa y tiene su sustento en
lo que nos menciona el Libro de Mormón que allá por el año 34 d.C., cuando vino
a la América precolombina el Salvador Jesucristo después de su resurrección en
Jerusalén (Ver los Capítulos 8, 9, 10, 11 de 3 Nefi.) A su llegada sobrevino
una gran destrucción física sobre este continente (3 Nefi Cap. 8 y 9.), y al
revisar los versículos 20 al 23 del cap. 8 de 3 Nefi, encontramos que hubo un
eclipse de sol, el sol no salió, hubo una densa oscuridad, vapores y tinieblas,
donde no podía haber luz alguna. Todo este tiempo aconteció por el lapso de
tres (3) días, y al cabo de ese tiempo, se disipo la oscuridad y retorno el sol
(3Nefi 10: 9-10.) y finalmente llega el Salvador descendiendo del cielo de
dirección del sol (este) (Ver Cap. 11 de 3 Nefi.) Este gran acontecimiento
quedo gravado en la mente de todas aquellas personas que oyeron, vieron y
vivieron esos acontecimientos para luego transmitirlos oralmente de generación
en generación sobre la llegada del Dios Wiracocha o el dios Sol a este
continente.
Es por eso que en Tiwanaku se celebra el retorno del
sol. Cuando el sol está saliendo el 21 de junio, las personas concentradas en
el centro del templo de Kalasasaya, a medida que va saliendo el sol de
dirección este, levantan sus manos en señal de salutación, o de bienvenida al
astro rey.
(Hermosas fotografías 13, 14, 15, 16 y 17. Hans
Caspary. En las que se puede apreciar en toda su magnificencia la salida del
sol de dirección este, el 21 de junio por la puerta del sol dando inicio al
solsticio de invierno o nuevo año aymara (Willka Kuti) en el templo del
Kalasasaya en Tiwanaku.)
(Fotografía 18. El
21 de junio- solsticio de invierno- nuevo año aymara. Los rayos del sol dan a
la llamada puerta del sol que esta ubicada al noroeste del templo del
Kalasasaya.)
(Fotografía 19. Hans Caspary. La salida del sol de
dirección este, es un acontecimiento en las festividades aymaras.)
El Altar de los sacrificios
Ni bien se entra al primer patio del Kalasasaya, en su
parte central, hoy en día se puede apreciar que se ha restaurado un altar de
sacrificios hecho de abobe. Antiguamente estaba en el lugar un altar donde se
sacrificaban animales. Presumo que ha tenido que ser de Bronce similar al del Tabernáculo y templo de Salomón.
(Cuadro Digital 23. El primer patio del tabernáculo de
Moisés, se encontraba el altar de los sacrificios hecho de Bronce, en el cual
se ofrecían en sacrificios ciertos animales)
(Cuadro digital 24. Reconstrucción ideal del altar de
los sacrificios en el templo de Salomón)
(Fotografía 20. Hans Caspary. Reconstrucción del altar
de los sacrificios en la parte central del primer patio del Kalasasaya.)
(Fotografía 21. Hans
Caspary. Se puede apreciar en primer plano la reconstrucción hecha de adobe del
altar de los sacrificios en el centro del primer patio del templo del
Kalasasaya.)
Esta pequeña
estructura de planta cuadrangular mide 2 m por 2 m, con tres niveles, terrazas, o gradas.
Según la cosmovisión andina, representa la trilogía de la pacha, es decir: el
Alax- Pacha,” lo de arriba, el cielo”. El Aka- pacha, “lo terrenal de este
mundo”, y el Manq´a- pacha,” lo de debajo de los muertos”.
Para el antiguo pueblo de Israel, y vida cristiana de
la actualidad, esos tres niveles representan a los grados de gloria; telestial, terrestre y celestial (Ver el Cap. 15 de 1Corintios.).
En la parte superior de este altar, encontramos que
tiene cuatro esquinas, y en ellas una
especie de pequeños túmulos que representan las cuatros reparticiones
territoriales que se concebía como estaba repartido el mundo, y el territorio
según la visión tiwanakota llamado el gran Tawantinsuyu, división territorial
que posteriormente fue copiada por los incas, mismos que repartirían su imperio
con la misma división, siguiendo el orden que provenía de Tiwanaku, algo así
como si fueran los cuatro puntos cardinales de una brújula. Esta repartición
territorial eran: el Collasuyu, Chinchasuyu, Cuntisuyu y Antisuyu.
Lo que nos interesa en esta parte, es hacer un
análisis de lo que representaba, y que se hacía en el lugar, como parte de la
vida espiritual de los habitantes primigenios de Tiwanaku (ciudad de Nefi).
En el Tabernáculo y Templo de Salomón, en su atrio, o primer patio, estaba
el Altar de los sacrificios de forma cuadrada y en cada una de sus esquinas
había puntas a semejanza de cuernos. Los
cuernos eran un símbolo de poder (quizás porque muchos animales con cuernos
tienen gran fuerza). Así, los cuernos sobre los altares eran un símbolo de que
en aquellos había poder para salvar. En Lucas 1: 69. Cristo es llamado “cuernos
de salvación”. El colocar la sangre de la ofrenda por el pecado sobre los
cuernos, significaba que la sangre expiatoria tenía el poder de lograr que las
oraciones de Israel fueran más eficaces (véase Levítico 4:5-7.) La sangre de todos los sacrificios era el
símbolo directo de la expiación o reconciliación.
(Cuadro Digital 25. El Altar de los sacrificios hecho
de bronce en el Tabernáculo de Moisés.)
El número siete.
Este era el
símbolo de perfección (el número proviene de la raíz hebrea que significa
“entero” o “completo” y también, probablemente, de la idea de que la creación
fue terminada en siete días). Así tenemos que el número siete llego a ser un
símbolo del pacto. Por causa del pecado, los habitantes de Israel estaban en
peligro de perder su relación de convenio con Jehová. En verdad eran pecadores,
y aquellos pecadores siempre estaban delante del Señor. Aunque los israelitas
los olvidaran, Dios no los olvidaba. Sin embargo, resulta igualmente
inolvidable el hecho de que Cristo expiaría los pecados resultantes no de la
rebelión sino de las debilidades de la carne. La sangre de la ofrenda por los
pecados (simbólico de la expiación del Señor), cuando era llevada detrás del
velo por el sumo sacerdote, quedaba allí donde siempre podía estar presente de
los ojos de Dios.
En Tiwanaku, según las festividades del calendario
aymara (lamanitas), hay dos festividades que alcanzan mayor importancia o
relevancia que las demás, estas son: el 21 de junio que es el solsticio de
invierno- Willka Kuti, o más conocido como nuevo año aymara. Luego, el 21 de
septiembre que es el equinoccio de primavera. En estas fechas, el sacerdote
aymara (Yatiri) ofrece una ofrenda al amanecer en cada una de esas fechas,
mismas que son dedicadas en honor al Dios Wiracocha o Dios Sol, y a la madre
tierra o Pachamama. Dentro de la religiosidad aymara, estas fechas son muy
importantes, pues depende de ella la abundancia en sus cosechas. Miles de
personas en la actualidad en Bolivia siguen esta tradición que es llevada a
cabo con toda solemnidad en el Kalasasaya en Tiwanaku. El sacerdote, el momento
de ofrecer la ofrenda, la levanta con sus manos elevándolas por encima de su
cabeza con los brazos extendidos hacia arriba, mostrando la ofrenda en dirección
este por donde empieza a salir el sol. A continuación hace una plegaria
(oración) pidiendo que el Dios Sol (Wiracocha) acepte la ofrenda ofrecida. Una
vez hecho esto, pone la ofrenda al suelo del altar para ser quemada, y dejar
que se consuma la misma.
En tiempos antiguos, los sacerdotes nefitas, tuvieron
que ofrecer ofrendas de sacrificios de animales. La ofrenda practicada hoy en
día en el Kalasasaya por los aymaras en estas fechas, para nosotros es, una
práctica distorsionada de lo que fuera siglos atrás la ley mosaica.
No olvidemos que en la América precolombina también
sobrevino una apostasía donde se perdieron las verdaderas ordenanzas, su
significado y simbolismo. Estas fueron transmitidas de generación en generación
a través del tiempo, y cada vez más se fueron distorsionando. Pero lo que a
nosotros nos interesa es que, nos demuestra que estas prácticas según los ritos
de la ley mosaica, también se celebraron en el templo del Kalasasaya, esto confirma
que hubo una fuerte influencia de algún pueblo que tenía este conocimiento que
hasta nuestros días sigue perdurando.
Como lo manifestamos anteriormente, los nefitas, y luego
los lamanitas, en un determinado tiempo de su historia, vivieron la ley mosaica
expresada en el sacrificio de animales.
Entre los años 588 y 570 a.C., Cuando se construye
este templo, los nefitas hasta el año 279 a.C., celebraron estas ordenanzas según la
ley mosaica (Ver 2Nefi 5: 10.) Posteriormente vendría la invasión (Omni 1:12.)
de Tiwanaku (ciudad de Nefi) en la que los lamanitas (aymaras) asimilaron parte
de estas prácticas que luego las incorporaron a sus costumbres. Luego entre los
años 121 al 150 a. C., cuando el pueblo de Zeniff (Nefita) vuelve a poseer la
Tierra y ciudad de Nefi, volvieron a vivir la ley mosaica (Ver los capítulos 7
al 15 de Mosíah) Por último el capítulo 25 de Alma en su versículo15 y 16 (90
a. C.) Los lamanitas que se convirtieron al Señor, practicaron el sacrificio de
animales. Es por eso que esta tradición persistió a través del tiempo hasta llegar
a nuestros días, siendo distorsionada la misma por causas de la apostasía que
sobrevino. Tendríamos que hacernos una pregunta ¿Quiénes les enseñaron a los
indígenas aymaras de Tiwanaku estas prácticas similares a la ley mosaica? La
respuesta es muy obvia, ellos las recibieron de sus antepasados porque estos la
practicaron (Ver el capítulo 23 de Alma, y Alma 30: 3.)
(Fotografías 22 y 23. Arriba y abajo. Sacerdote aymara
realizando la ofrenda sobre el altar de los sacrificios en el solsticio de
invierno del 21 de junio, año nuevo aymara. Templo de Kalasasaya.)
(Fotografía 24. Mujer sacerdotisa aymara entregando su
ofrenda)
(Fotografía 25.
Sacerdote aymara levantando la ofrenda
en dirección este hacia el sol el 21 de septiembre- Equinoccio de Primavera.
Templo de Kalasasaya.)
(Fotografía 26. Se observa al sacerdote aymara (yatiri)
levantar sus manos a medida que sale el sol en el solsticio de invierno en el
templo del Kalsasaya)
(Fotografía 27. Hans Caspary. Se aprecia la quema de
la ofrenda en el altar de los sacrificios)
Hasta hace algunas décadas atrás en el altar de los
sacrificios, aún se ofrecían como ofrenda que estaban dedicadas a la deidad,
ciertos animales como ser: la Llama, hoy en día ya no se practica este ritual
en el Kalasasaya debido a que los protectores de animales ejercen una fuerte
presión en los medios de comunicación en defensa de los derechos de estos
animales para que los mismos no sean sacrificados, pero es interesante
encontrar que el hombre aymara del campo sigue haciendo la práctica del
sacrificio de la Llama.
El antropólogo José Huidobro Bellido, relata una
experiencia de un estudio antropológico que realizo en una comunidad de la Isla
del Sol en el lago Titicaca (Bolivia), esta práctica, el refiere que: “… Cuando terminan de bailar… sujetan a la
llama en un rincón del patio… es en ese momento que el yatiri empieza a
preparar la “dulce mesa” que será enterrada conjuntamente que las vísceras, la
cabeza y las patas de la llama. Acto seguido… traen a la llama donde está el
yatiri y se realiza el adornaje de la misma… Acto seguido el conjunto phuna
empieza a danzar nuevamente conjuntamente que la llama, saliendo seguidamente
del recinto… para dirigirse a la parcela ubicada dentro de la cumbre sagrada
escogida para ese año por el yatiri… Llegados al lugar del sacrificio, el
yatiri ordena que se abra un agujero de unos 70 cms de largo, 60 cms de ancho y
55 cms de profundidad… Como acto culminante, se trae a la llama hasta el
agujero donde cuatro hombres fornidos la voltean, haciendo que el cuerpo quede
afuera y el cuello y la cabeza sobre el agujero. Allí, el ayudante del yatiri
procede a degollara a la llama, haciendo que el chorro de sangre caiga encima
de las rosas blancas, panes, cigarrillos, etc. Muerto el animal se procede a
“carnearlo” separando a un lado cabeza, patas, vísceras, corazón, hígado,
riñones, etc. El resto de la carne se lo
preparará en asado para que sea consumida por el total de la población comunal
al día siguiente. Terminado todo el rito, el agujero se tapa con la tierra y
grandes piedras.” (8)
(Fotografías 28 y 29.
Arriba, Camélido andino conocido como Llama. Abajo Festividad en una comunidad aymara donde se hace el seleccionado de una Llama
para su sacrificio)
(Fotografías 30 y 31. Arriba. Deguello de una
Llama. Abajo Sacrificio de Llamas en una festividad aymara.)
El aporte que hace Huidobro Bellido, es muy importante
para nuestra investigación, pues nos confirma que el pueblo aymara, a la fecha
sigue practicando la costumbre del sacrificio de animales. Luego la carne del
animal sacrificado, es cocida y consumida por toda la comunidad. La ley mosaica
que vivio el pueblo de Israel en tiempos antiguos, consistía en el sacrificio
de animales: “… A fin de ayudar a Israel
a olvidarse de la idolatría, el Señor indicó que las ofrendas debían ser sacrificadas
en un lugar específico, “en la puerta del tabernáculo” Era aquí (técnicamente a
pocos metros frente a la puerta del tabernáculo o templo) que se encontraba el
altar sobre el cual el sacrificio, o parte del mismo, sería quemado”. (9)
Como lo manifestamos en un capitulo anterior: “…comparando el plano del Templo de Salomón
con el Tabernáculo, se ve que en todo punto esencial de disposición había tanta
semejanza entre los dos, que eran prácticamente idénticos”. (10) El Templo de Kalasasaya no fue la excepción.
Si bien las citas anteriormente mencionadas
corresponden al Tabernáculo, no debemos olvidar que el Templo de Salomón era
casi exacto al tabernáculo, sólo que el de Salomón era un poco más grande y espacioso,
pero lo que nos debe quedar muy en claro es que, las ordenanzas que se
celebraron en ellos según la ley mosaica, era la misma. Creemos que eso también
sucedía en el interior del primer patio del Kalasasaya.
Esta práctica se confirma por la existencia de un
altar de sacrificios que ha sido restaurado y puesto en el primer patio en la
parte central. Y el otro sustento es que el pueblo aymara (Bolivia) hasta el
día de sigue haciendo esta práctica. Cabe aclarar que este pueblo es el único
en toda la América que sigue practicando este tipo de sacrificios, cuyo
simbolismo era según la ley mosaica.
(Cuadro 27. Sacerdote levita llevando entre sus brazos
al animal muerto para luego ponerlo en la hoguera hasta que la carne este
cocida para luego comerla junto a su familia)
En el tabernáculo de Moisés, y luego en el templo de
Salomón, los sacerdotes levitas en determinadas fechas según el calendario
judío como por ej. “El Yom Kippur (el día de la Expiación) que se celebraba el
día décimo del séptimo mes; el Succoth (la fiesta de los tabernáculos) que se
celebraba a finales del mes de septiembre o primera semana de octubre; el
Pesach (la fiesta de la Pascua) comenzaba el quinto día del mes de marzo y
continuaba durante siete días; el Shavuot, o Pentecostés, tenía lugar a finales
de mayo y los primeros días de junio. Hacían este tipo de sacrificios porque
así lo estipulada la ley mosaica que fue dada por el mandato del Señor a
Moisés.
Es de entenderse que en Tiwanaku, en el primer patio
del Kalasasaya en determinadas fechas (en los dos solsticios y equinoccios), el
pueblo también celebró estas fiestas religiosas sagradas en las que se
ofrecieron sacrificios, mismos que eran efectuados por los sacerdotes.
Haciendo referencia sobre lo que se hacía en el templo
de Salomón, nos es dicho que: “… El atrio
exterior (el mundo o cuarto telestial). Lo primero que se encontraba al entrar
por el portal principal era el altar de los sacrificios. Aquí eran ofrecidos al
Señor distintos animales y ofrendas. La obediencia estricta y el sacrificio
eran requeridos como primer paso para el progreso simbólico hacia la perfección
y para poder entrar en la presencia de Dios. El primer paso podría ser
comparado con tener fe en Cristo (el Grna y Postrer Sacrificio) y el
arrepentimiento. Jesucristo enseño a los nefitas que Él había cumplido la ley
de Moisés, y ahora el sacrificio requerido de ellos era “un corazón quebrantado
y un espíritu contrito” que los llevaría al bautismo con “fuego y con el
Espíritu Santo” (3 Nefi 9:20) El fuego usado en los sacrificios del gran altar
significaba aquella “purificación espiritual que vendría mediante el Espíritu
Santo, al cual el Padre enviaría por causa del Hijo” (McConkie, The Promised
Messiah, pág. 431.) (11)
(Cuadro 28. Representación de sacerdotes levitas ofreciendo
sacrificios de animales a la altura de la entrada de la puerta principal de
acceso al Santo Lugar en el templo de Salomón)
El altar de los holocaustos, o sacrificios del
tabernáculo y Salomón, era hueco, tenía la forma cuadrangular cuyas dimensiones
aproximadas eran 5 codos de lado y tres de alto (de 2. 30 m de cada lado X 1. 50 m de alto) estaba hecho de
madera de acacia recubierta de planchas de bronce. Estas características
similares en cuanto a sus dimensiones, las encontramos hoy en día, en el altar
de los sacrificios que se encuentra en la parte central del primer patio del
Kalasasaya.
Como lo dijimos en
líneas más arribas, que yo sepa a la fecha, el que sigue con la práctica del
sacrificio de animales es el aymara (lamanitas) de la región del Altiplano
Boliviano. No hay otro pueblo que lo siga haciendo en toda la América morena.